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Una síntesis del quehacer teológico según J. I. Packer

Foto del escritor: Jose Luis TorresJose Luis Torres



¿Recuerdas esta vieja expresión del campo científico?: “Un poco de ciencia te aleja de Dios, mucha ciencia te acerca a Él”. En algunos contextos evangélicos este mismo pensamiento está implícitamente aplicado al campo de la teología, viendo la disciplina como algo que, en grandes dosis, puede sepultar la pasión con la que deberíamos vivir nuestra espiritualidad.  La teología es una disciplina esencial dentro de la vida cristiana, pero, a menudo, se la percibe como un campo complicado y distante, reservado solo para eruditos o académicos. Sin embargo, el profesor de teología J. I. Packer (1926-2020), en su libro Teología Concisa para Todos, nos invita a reconsiderar esta visión, mostrando que la teología no es solo una actividad intelectual, sino una parte integral de la vida cristiana.


J. I. Packer (1926-2020)


En primer lugar, Packer destaca que la teología es una actividad fundamentalmente centrada en Dios. Es el esfuerzo por pensar y hablar acerca de Él, con el objetivo de comprender Su naturaleza, Su voluntad y Su obra en el mundo. La actividad teológica se compone de una red de disciplinas interrelacionadas, que se complementan entre sí para ofrecer un entendimiento completo de la fe cristiana. Entre estas se incluyen: la exégesis, que consiste en la aclaración de los textos bíblicos; la teología bíblica, que sintetiza lo que las Escrituras dicen sobre los temas que trata; y la teología histórica, que examina cómo la fe se ha expresado a lo largo del tiempo, entre otros componentes. Entonces, la teología no es una actividad aislada, sino un proceso que involucra muchas dimensiones, todas dirigidas a profundizar en el conocimiento de Dios.


(1) La Teología como Producto

A lo largo de la historia, los teólogos han formulado sus propias interpretaciones y enseñanzas sobre Dios, y esto, según Packer, constituye el producto de la actividad teológica. En este sentido, cada teólogo presenta su propia teología: la teología de Lutero, de Wesley, de Finney, o incluso de Packer mismo. Cada una de estas teologías busca ofrecer una interpretación fiel de la revelación divina, adaptada a su contexto y a las preguntas específicas que enfrentaba la iglesia en su tiempo. Sin embargo, el producto de la teología no debe limitarse al ámbito académico; debe ser algo que toque y transforme la vida de la iglesia y del creyente en lo más profundo de su ser.


(2) La Teología para la Doxología y la Santidad

Una de las ideas más poderosas que Packer transmite en Teología Concisa para Todos es que la teología debe tener un propósito práctico: la doxología (la alabanza a Dios) y la consagración (la dedicación a vivir en santidad). La teología no debe ser un ejercicio teórico o meramente académico, sino que debe llevarnos a la adoración a Él, viviendo conforme a Su voluntad.


Packer decía a sus estudiantes: “la teología debe presentarse de manera que nos haga conscientes de la presencia divina”. En este sentido, el estudio de la teología no se trata solo de adquirir información sobre Dios, sino de acercarnos a Él, entenderlo mejor y, a partir de ese conocimiento, responder en alabanza y obediencia. En palabras de Packer, “la teología está en su estado más saludable cuando se realiza bajo la mirada de Dios, reconociendo que todo conocimiento acerca de Él debe tener como fin glorificarle”.


(3) Las Implicaciones de la Teología

Packer también nos recuerda que la teología tiene profundas implicaciones para la vida cristiana. No es solo una cuestión de pensamiento, sino que debe influir directamente en nuestra conducta. La teología debe ser práctica, explorar cómo aplicar los principios bíblicos en el ministerio y en la vida diaria. Una teología que no tenga impacto en la vida del creyente es incompleta. La correcta comprensión de la doctrina cristiana debe llevar a la práctica de la santidad, de la adoración, y de la misión. En este sentido, la teología no es solo una disciplina académica, sino una guía vital para vivir la fe de manera coherente y transformadora.


Como lo expresó A. W. Tozer: “El diablo es mejor teólogo que cualquier de nosotros y sigue siendo el diablo”. En síntesis: si la teología en nosotros fuese solo letras y conocimiento embotellado, no seríamos distintos al diablo.



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