Se están acabando los gigantes del evangelio, esos que impactan multitudes olvidadas en los rincones de las naciones sin dejar de transformar a una sola vida como la mía, con amor, amistad y ejemplo. — Dr. Luis Rodríguez.
Este fragmento introductorio sale del corazón de un hombre que ya hoy no está con nosotros, un hombre que se fue de misiones para nunca volver. El Dr. Luis Rodríguez, quien fue pastor y misionero, se expresa desde el más profundo dolor, atravesando por una de las pérdidas más significativas de su vida: la de su gran amigo, el misionero y autor Rev. Alexis Santiago. Alexis fue su mentor y el hombre de Dios que encendió en él una llama ferviente por el campo misionero, lugar que miró por primera vez como un altar de predicación.
Evang. Charlie Caraballo (Izquierda), y el Dr. Luis Rodriguez
¿Qué te mueve: las multitudes? ¿Los aplausos? ¿Los 'Likes'? ¿Hacer grandes eventos? ¿Tener tarifas, cobrar por predicar? ¿Tener contratos para ministraciones? Sabes lo que debe moverte: lo que está en el corazón de Dios... MISIONES. Creo que debiéramos evaluar nuestras motivaciones. — Rev. Alexis Santiago
Sin duda alguna, Alexis siempre fue un hombre muy apasionado por el campo misionero, a tal punto que dedicó su vida a correr el mundo predicando el Evangelio. Su denuedo lo llevó a predicar en lugares donde el evangelio es prohibido, lugares donde su vida corría peligro. Cabe resaltar que este hombre continuó su tarea como misionero, aun con un cuerpo trastocado por condiciones de salud que lo llevaron a ser desahuciado hasta su muerte.
Alexis Santiago, misionero puertorriqueño.
Recuerdo haber tenido el privilegio de conocerlo y ver en él su pasión y gozo. Su salud lo consumía por dentro y él, por fuera, mostraba el amor de Jesús a todos los que se relacionaban con él y le conocían.
Esto, en lo personal, como evangelista y amante del campo misionero, me lleva a repensar lo que cada día hacemos y no hacemos. Me surgen varias preguntas como, por ejemplo: ¿Lo que hacemos realmente va al unísono del corazón de Dios? (sabiendo que las misiones son el corazón de Dios). ¿Estaremos perdiendo el tiempo en batallas estériles que solo nos siguen fragmentando como iglesia?
En una ocasión, se encontraba el teólogo Justo González presentando su libro Conoce tu fe: Cristianismo para el siglo XXI, y un pastor le preguntó en medio de la sección de preguntas: “Justo, ¿qué piensas de la división de la iglesia?” Su respuesta fue épica y contundente. “Si usted se duele viendo el cuerpo de Jesús cómo quedó según la película La pasión de Cristo, más se debe doler cuando la iglesia se divide, porque cuando la iglesia está dividida está fragmentando el cuerpo de Cristo. En otras palabras, estamos haciendo pedazos el cuerpo de Jesús.” (paráfrasis de su respuesta).
A esto le sumamos la realidad de una iglesia sumergida en las redes sociales, que nos tienen al tanto de lo que pasa en el mundo en cuestión de segundos, pero, sin embargo, nos tienen tan distraídos y desconectados de la realidad y necesidad que el mundo vive.
“Las almas que mueran hoy no podrán escuchar mañana.”— Anónimo
Esta expresión me debe levantar con una urgencia en el corazón, de ir y predicar el evangelio a toda criatura según Mateo 16:15-18. Este era un mandamiento, no una sugerencia. “El interés en las misiones no es una elección en la universidad de la gracia de Dios. Es algo en lo cual se espera que se gradúe cada discípulo.” — Ironside.
“Un capellán del ejército dijo una vez al Duque de Wellington, ‘¿Crees que tenga alguna utilidad que llevemos el evangelio a las tribus de las colinas de la India? ¿Será que la recibirán?’ El duque respondió, ‘¿Cuáles son tus órdenes?’ Esa fue la única respuesta que le dio. Tan duro en la disciplina como fuera ese gran soldado, lo único que quería eran órdenes; y él obedeció; y él quería que cada soldado de la cruz obedeciera las órdenes de Cristo, su gran Comandante.” — C. Spurgeon
Dios nos capacitó y nos dio el carácter para ser sus testigos. Testigo es aquel que sella su testimonio con su vida por la causa de Cristo.
“pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” Hechos 1:8 RVR1960. Podemos imaginar las objeciones que los discípulos quizá hayan pensado contra los lugares de ministerio que Jesús describió:
• Jerusalén era donde Jesús fue ejecutado por la palabra de una multitud enojada.
• Judea rechazó su ministerio.
• Samaria era considerada un basurero de mestizos impuros.
• En lo último de la tierra, los gentiles eran vistos por algunos judíos de aquel día como nada más que leña para los fuegos del infierno.
Aun así, Dios quiso que se enviaran testigos a todos estos lugares, y el Espíritu Santo los empoderaría para hacer este trabajo.
El campo misionero no es sinónimo de un ponche más en tu pasaporte y una colección de fotos para que cada año las redes sociales como Facebook te las traiga como memorias para compartir. El campo misionero es el corazón de Dios y su corazón debe ser el nuestro. La misión se divide en dos: la local y la global. No obstante, hay una misión que comienza desde tu familia hasta lo último de la tierra.
Sé que todos no van a llegar al campo misionero, pero sí, nos podemos involucrar de una manera u otra en la misión, sea en tu comunidad, escuela, colegio, deporte o trabajo. La Misión es de Dios y Él nos hace parte de ella. En una ocasión, Hudson Taylor, un destacado misionero británico y fundador de la Misión al Interior de China (China Inland Mission) expresó: "Las misiones se hacen con los pies de los que van, con las rodillas de los que oran y con las manos de los que dan."
Busca ser parte de la misión de Dios orando, llegando al campo misionero local o global y/o ofrendado en una agencia o proyecto misionero, sin olvidar que; “Donde ellos lleguen tu también llegaras”.
Que no se acaben los gigantes del Evangelio como los han sido muchos durante la historia de la Iglesia. De igual manera como lo fueron el Dr. Luis Rodríguez y el Rev. Alexis Santiago, dos puertorriqueños que dieron su vida por alcanzar a los más vulnerables y necesitados en todo el mundo.
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(David Guzik, Comentario Hechos 1, Enduring Word. [https://enduringword.com](https://enduringword.com))
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