
En un mundo que exalta la vanidad y la apariencia, la vestimenta modesta y pudorosa actúa como un testimonio visible de la gracia de Dios que nos transformó. Este principio se extiende a todos los aspectos de la vida cristiana, porque la manera de vestir, en especial ahora en la modernidad tardía, más que cubrir la desnudez, también es un vehículo de expresión, una forma en que se comunica qué valoramos.
En la vida cristiana, todo acto, pensamiento y comportamiento debe someterse a la soberanía de Dios y reflejar Su santidad. Este principio se extiende, sin duda, a la manera en que los creyentes vestimos. La vestimenta no es un asunto trivial, sino que está estrechamente ligada al testimonio que damos ante el mundo, en especial, en países desarrollados donde la vestimenta no es una de las carencias. En este sentido, el pudor, la modestia y el decoro en la vestimenta son aspectos de la vida cristiana que deben ser entendidos y practicados desde una visión bíblica.
Lo que dice la Biblia
La Biblia es clara en cuanto a la importancia de la modestia y el pudor. En 1 Timoteo 2:9,10, el apóstol Pablo exhorta a las mujeres a vestirse "con ropa decorosa y con modestia", y a no adornarse únicamente con "peinados ostentosos, oro, perlas o vestidos costosos", sino a mostrar buenas obras “como corresponde a mujeres que profesan piedad”. Estas exhortaciones de Pablo deben ser consideradas por la Iglesia universal sin distinción de género, porque vistas desde su contexto sociocultural, responden a dos preguntas:
° ¿Qué es vestir con pudor y modestia?
Pablo entiende que el vestir con pudor y modestia parte de que profesamos la piedad. En la mayoría de las ocasiones cuando hacemos uso del termino “piedad”, lo hacemos en el sentido relacional con el prójimo, mas no podemos ignorar su punto de partida. La piedad es la tierna devoción por Dios y por las cosas santas, que se refleja en el amor al prójimo y los actos de compasión. Si partimos del principio de que el cristiano debe procurar vestir con pudor y modestia porque profesa la piedad, la vestimenta, entonces, es una extensión de la adoración y un medio para glorificar a Dios.
Me gusta como lo expresa Guzik:
El pudor pregunta, ‘‘¿es apropiado para la ocasión? ¿Me vestí demasiado elegante o demasiado ordinario? ¿hará que llame la atención de una manera inapropiada?’’ La modestia pregunta ‘‘¿Es modesto? ¿Es mucho o muy poco?’’ La modestia busca un término medio.

° ¿Conforme a qué estándares debemos vivir?
Vivimos en una continua interacción con la cultura, como profesaron muchos filósofos: “todos somos hijos de nuestra época”. Sin embargo, el cristiano fue llamado a conformarse a la imagen de Cristo y a no conformarse al siglo presente.
Efesios 4:13 (NVI) “De este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo.”
Romanos 12:2 (RVR1960) “No os conformeis a este siglo”…
El llamado es a adoptar la forma de Cristo; la exhortación es a no deformarnos adoptando la forma del siglo presente. Si bien vivimos en una continua interacción con la cultura, es ahí donde se debe hacer evidente el carácter de Cristo, el cual, día a día, forma en nosotros el Espíritu Santo.
Nuevamente agrega Guzik:
Los peinados ostentosos, oro, perlas, vestidos costosos, que Pablo mencionó eran adornos que eran contrarios a los principios de pudor y modestia de su cultura. *1
En nuestra interacción cultural, el llamado es a adoptar la forma de Cristo, para que a través de nosotros Él pueda ser expresado y glorificado. Algunas de las mujeres de Éfeso no cumplían con los principios de pudor y modestia, lejos de eso, llevaban peinados ostentosos, oro, perlas y vestidos costosos. En su contexto cultural, lejos de glorificar a Cristo, esos peinados eran entendidos como presunciosos y altaneros. La idea central de Pablo no es que no se arreglen, es que la verdadera belleza cristiana no debe ser superficial, sino interna y espiritual, reflejando un carácter transformado por el Evangelio.
Filipenses 3:18,19 (RVR1960) “Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que solo piensan en lo terrenal.”
Pablo nos advierte contra aquellos "cuya gloria está en su vergüenza", aludiendo a personas que buscan la satisfacción en lo mundano, en lo visible y temporal. Hoy no es distinto, la moda y las tendencias del mundo a menudo promueven la imagen y el orgullo personal como algo central en la vida de una persona. Y para complicar aún más el panorama, nos enfrentamos hoy al denominado “evangelio de la prosperidad”, el cual tiene como objeto del sacrificio de Cristo, el hacernos prósperos financieramente, y esta prosperidad se evidencia en las excentricidades que se puedan ostentar. Esto repercute en cristianos que lejos de sentirse redargüidos por ir contra los principios de pudor y modestia, se sienten realizados y plenos en algo superficial.
Recordemos que la modestia no solo tiene que ver con uno mismo, sino también con el amor y el respeto por los demás. Como nos enseña Filipenses 2:4, "cada uno debe velar no solo por sus propios intereses, sino también por los de los demás". Esto implica que al vestirnos, debemos considerar cómo nuestras elecciones afectan a aquellos con los que nos relacionamos. Una vestimenta excesivamente provocativa, como la que promueven los estándares de belleza, puede inducir al pecado a los demás, y por ello el cristiano que practica la piedad, debe procurar vestir de manera que no cause tropiezo.

La otra cara de la moneda
Una de nuestras más destructivas tendencias es lo fácil que nos resulta irnos a los extremos. El “happy medium" siempre ha sido un desafío para la humanidad. Lastimosamente, mucho pueblo de Dios a nombre de la modestia y el pudor, promueven el descuido personal. Y no son pocos los que afirman: “así debe lucir un siervo de Dios”.
Pablo provee una gran lista de pecados en 2 Timoteo 3:1-5 que harán que estos tiempos finales sean peligrosos. Lo más alarmante se encuentra en el verso 5: “que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a estos evita.” Mientras muchos buscan lucir una apariencia externa deslumbrante, ignorando que no hay mayor belleza que el carácter de Cristo formado en el creyente, otros procuran una apariencia externa de piedad, mas en su vivir niegan lo que aparentan ser.
Desde la perspectiva bíblica, no hay diferencia, más allá de la externa, entre quien explícitamente muestra su soberbia en su manera de vestir, y quienes arrogantemente fingen la piedad con vestimenta modesta y conservadora. En muchos contextos evangélicos se promueve, antes que el carácter de Cristo formado en los feligreses, una apariencia de piedad. Y peor aún, en independencia de los frutos del Espíritu que puedan ser evidentes en un hermano, si este no cumple con esos estándares de “modestia” y “santidad”, se convierte en un objeto de rechazo. En tales contextos se promueve una espiritualidad tan superficial como la del evangelio de la prosperidad aunque a la distancia parezcan extremos opuestos.
Recordemos que la idea central de Pablo no es que no nos arreglemos, es que la verdadera belleza cristiana no debe ser superficial, sino interna y espiritual, reflejando un carácter transformado por el Evangelio, y que se refleje en cada aspecto de nuestra vida, sin exceptuar nuestra manera de vestir.
*1 Guzik, David. Enduring World. 2 Timoteo 2:9,10.
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