
En los últimos tiempos, ha comenzado a circular el término “Papas del Evangelicalismo”, utilizado para describir a líderes que ejercen su autoridad de manera tan rígida que sus enseñanzas se perciben como incuestionables. Este fenómeno nos invita a reflexionar sobre la forma en que entendemos la autoridad dentro de la Iglesia evangélica y la pastoral cristiana.
A través de este escrito, quiero invitar a mis compañeros ministros, líderes y pastores a reconsiderar el modo en que ejercemos nuestra autoridad, recordando que la verdadera autoridad proviene de un liderazgo basado en el servicio, la humildad y la obediencia a la Palabra de Dios.
La Autoridad en la Iglesia: Más Allá del Título
En el contexto de la Iglesia, la autoridad no debe entenderse como un poder para gobernar o imponer, sino como una responsabilidad para guiar con humildad y servir a los demás. Jesús mismo nos enseñó que el líder verdadero debe ser aquel que se haga “el último” y “servidor de todos” (Mateo 20:27).
Este texto evidencia que el ejercicio de la autoridad en la Iglesia no debe ser una cuestión de jerarquías rígidas, sino un acto de servicio desinteresado:
Mateo 20:25-28
Pero Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los príncipes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Pero entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
Este pasaje subraya el llamado a un liderazgo completamente diferente al del mundo secular. El llamado es a servir, no a ser servido; a liderar con el ejemplo de humildad y sacrificio. En lugar de buscar reconocimiento o poder, el líder cristiano debe ver su rol como una oportunidad para glorificar a Dios a través de su servicio a la comunidad.
El Líder No es el Dueño de la Verdad
La Iglesia no necesita “papas” que se presenten como dueños absolutos de la verdad. De acuerdo con las Escrituras, solo Dios es la fuente última de la verdad, y los líderes son simples siervos llamados a compartir esa verdad con fidelidad.
En 2 Timoteo 4:2, Pablo instruye a Timoteo a predicar la Palabra de Dios con paciencia, corrigiendo, reprendiendo y exhortando, pero siempre con la disposición de escuchar y aprender:
2 Timoteo 4:2
Predica la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.
Este mandato de Pablo no solo enfatiza la predicación de la Palabra, sino también la manera en que debe ser transmitida: con paciencia, corrección y exhortación. No se trata de imponer nuestra opinión, sino de enseñar y corregir con la sabiduría que proviene de Dios.
El Peligro de la Autoridad Desmedida: “Papas” en el Evangelicalismo
La figura del Papa en el catolicismo está asociada con una autoridad suprema, incuestionable y centralizada. Sin embargo, en el contexto del evangelicalismo, el riesgo de crear “papas” internos es muy real. Algunos líderes, al ver el poder de su influencia, se convierten en figuras autoritarias que no permiten espacio para la divergencia ni para la crítica constructiva. Esto genera una cultura de sumisión en lugar de un ambiente de unidad en la fe.
La Escritura nos enseña que debemos ser cuidadosos con la forma en que usamos nuestra autoridad. En 1 Pedro 5:3, Pedro instruye a los líderes a no ser “severos” ni “dominantes” sobre la Iglesia, sino a ser ejemplos para el rebaño:
1 Pedro 5:3
No como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos del rebaño.
Este texto destaca la importancia de ser un modelo de humildad y servicio. La verdadera autoridad se demuestra en la forma en que vivimos y lideramos, no en la imposición de reglas o doctrinas que no permiten espacio para el crecimiento y el diálogo.
La Autoridad de Cristo, Nuestro Modelo
Cristo es nuestro modelo supremo de autoridad y liderazgo. En Filipenses 2:5-8, encontramos el ejemplo de la humillación de Cristo, quien, aunque siendo Dios, no usó su posición de poder para imponerse, sino que se despojó a sí mismo, tomando la forma de siervo.
Filipenses 2:5-8
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Este pasaje ilustra cómo Cristo, a pesar de su autoridad divina, eligió el camino de la humildad, el servicio y la obediencia, como modelo para todos los líderes cristianos.

Jesús Enseñaba con Autoridad, No con Imposición
Jesús enseñaba en la sinagoga de Capernaúm, lo cual era una práctica común para los rabinos itinerantes. Sin embargo, su enseñanza causó asombro porque era diferente a la de los escribas:
Marcos 1:21-22
Entraron en Capernaúm; y los días de reposo, entrando en la sinagoga, enseñaba. Y se admiraban de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.
Los escribas basaban sus enseñanzas en la interpretación de la Torá y en citas de otros rabinos, sin emitir juicios propios. Jesús, en cambio, hablaba con convicción propia, lo que impactaba a sus oyentes.
La palabra “autoridad” proviene del latín augere, que significa “aumentar”, en el sentido de elevar o edificar a otros. Otra palabra lo es La auctoritas se refiere a alguien que aumenta el conocimiento o la influencia.
Diferencia entre Autoridad y Poder
La Fundación Diálogo comparte que, más allá de los términos, cuyo valor es siempre limitado. En sociología, se distingue entre autoridad y poder:
• El poder se basa en la fuerza y busca sumisión.
• La autoridad se fundamenta en el carisma y en el reconocimiento merecido por el propio comportamiento.
Uno busca la sumisión; la otra no tiene más objetivo que el bien de la persona y su crecimiento.
Ante el poder, el oyente puede sentir miedo; ante la autoridad, confianza y ánimo. Si interiorizamos el mensaje de Jesús, podremos conectar con aquella misma novedad del Maestro, llevándola a nuestra cultura y contexto, y así ser instrumentos de esperanza y paz.
Jesús no solo explicaba las Escrituras, sino que las cumplía y las encarnaba, dándoles un significado pleno. Su enseñanza no era solo teórica, sino transformadora.
Un Llamado a la Reflexión Pastoral
El concepto de “Papas del Evangelicalismo” nos invita a examinar la manera en que ejercemos nuestra autoridad como ministros y líderes en la Iglesia. Si bien la autoridad es necesaria, debe ser ejercida con humildad, en servicio a los demás y bajo la constante reflexión de la Palabra de Dios.
Cristo es nuestro ejemplo supremo, y debemos seguir su modelo de liderazgo sacrificial y servicial. En lugar de imponer nuestras ideas o visiones, debemos ser siempre canales de la verdad de Dios, dispuestos a escuchar y a corregirnos cuando sea necesario.
Finalmente, la verdadera autoridad no se basa en el control o el poder, sino en el amor sacrificial y en el servicio a los demás.
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