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Foto del escritorJose Luis Torres

El sensacionalismo evangelico


 


 

Controlar la conducta y los sentimientos de una persona con técnicas de persuasión se llama manipulación. Los políticos y los comunicadores de medios importantes, desarrollan estrategias y técnicas psicológicas de sugestión, con el fin de llevar a sus audiencias a donde quieren. A nadie le resulta escandaloso que políticos, comunicadores e influencers hagan uso de éstas técnicas. El problema está cuando éstas mismas técnicas son aplicadas por líderes evangélicos cuya intención no es la expansión del mensaje del evangelio sino la producción de experiencias meramente sensoriales. Pero, ¿será que todo cristiano eufórico y que aún cree en la operación de los dones es sensacionalista? ¿o el sensacionalismo es algo más?


  • ¿Qué es el sensacionalismo?

El sensacionalismo en los medios de comunicación se manifiesta a través de la exageración, y la manipulación de la información, con el fin de generar un fuerte impacto emocional en la audiencia. En el periodismo, ese sensacionalismo se expresa comúnmente a través de titulares exagerados, o "parcialmente falsos”, para captar la atención. Amplifican eventos dramáticos sin el contexto adecuado, tratando de hacerlos parecer tragedias para generar un golpe emocional en sus consumidores. Los influencers en la redes sociales, exactamente igual a los medios tradicionales, hacen un uso continuo de la exageración y el melodrama buscando alcanzar el mismo fin. Solo basta con ver las miniaturas de algunos de los videos de los canales más grandes de YouTube.


Hasta este punto queda en claro una cosa, el sensacionalismo como recurso en la comunicación es prácticamente indispensable para alcanzar relevancia mediática en la actualidad. En cuanto a la Iglesia, el sensacionalismo evangélico emplea técnicas similares a las de los medios de comunicación para llamar la atención, a menudo utilizando conceptos religiosos, profecías o eventos sobrenaturales con el fin de atraer y retener feligreses. La liturgia del culto es diseñada como un espectáculo. El tiempo de adoración y los sermones están estratégicamente pensados para generar fuertes emociones, produciendo experiencias espectaculares pero vacías.


  • El sensacionalismo y su relación con el continuismo.

El continuismo es la creencia de que todos los dones espirituales todavía operan hoy en día, al igual que en los días de la Iglesia primitiva. Desde profecía, hablar en otras lenguas y hasta sanidades milagrosas. En este punto quiero expresar mi postura  y decir que soy continuista, por ende, creo que los dones del Espíritu Santo continuan activos y operando en la Iglesia. Sin embargo no voy a negar la relación que hay entre los continuistas y el sensacionalismo. Pero antes conozcamos el cesacionismo.


El cesacionismo enseña lo opuesto al continuismo, argumentando que algunos de los dones cesaron y ya no están operando actualmente. Algunos cesacionistas creen que todos los dones espirituales ya no están operando, mientras otros sostienen que sólo los dones de sanidades, milagros y el hablar en lenguas son los que han cesado. Debido a las características de las posturas de los continuistas ante los cesacionistas, es fácil deducir que donde más sensacionalismo encontraremos es en las Iglesias continuistas quienes aún creemos que los dones del Espíritu Santo no han cesado.


Una Iglesia continuista, naturalmente enseñará que Dios aún hace milagros, que recibir sanidad divina es algo vigente. Esto lo creemos sin ignorar que Dios es soberano, y cuidando de no hacer doctrina partiendo de experiencias personales. Sin embargo, un sensacionalista, limita el culto a Dios a una experiencia meramente sensorial y poco racional. Por lo que para un sensacionalista el culto no es servicio a Dios, es una espacio de tiempo en el que se le da rienda suelta a las emociones. Ir al culto únicamente a sentir, es tan adictivo como quien no puede para de consumir tiktoks, por la cantidad de dopamina que segrega su cerebro en ese momento haciéndole sentir placer.


Cada día son más los que llegan a cultos evangélicos con la intención de que les hagan sentir algo, y es fácil entender que si hay feligreses con una demanda de sensacionalismo, también habrán ministros que representen la oferta. Un ministro sensacionalista puede manipular las emociones de la Iglesia, induciendo miedo o falsas expectativas, lo que podría conducir a esos feligreses a tomar decisiones perjudiciales, basados únicamente en emociones que fueron intencionalmente sugestionadas. El problema es que son muchos los que hoy buscan esas experiencias, que llegan a los templos y apagan el cerebro y le dan rienda suelta a sus emociones.  Ciertamente no se equivocó Chesterton al decir que “para entrar a la Iglesia hay que quitarse el sombrero, no la cabeza”.





  • El perjudicial beneficio a corto plazo del sensacionalismo.

El sensacionalismo puede generar un alto nivel de interacción y participación. En términos mediáticos puede crear un mayor “engagement” entre los miembros de una Iglesia local, lo que pudiera resultar en crecimiento numérico y una mayor difusión del mensaje. Generar fuertes emociones en los feligreses puede crear un entusiasmo atractivo para muchos, pero eso sin fundamento bíblico convierte todo en una experiencia meramente emocional e intrascendente, lo cual se hace evidente al enfrentarse a los duros procesos en los que nuestra fe es probada.


En la parábola del sembrador, la semilla que cayó en terreno pedregal no pudo echar raíces profundas, por lo que salido el sol se quemó. El sensacionalismo podría dar un crecimiento numérico pero no sostenible, por la falta de profundidad en el fundamento.


Lo peor del sensacionalismo es que termina generando sentido de abandono y vacío, porque acostumbrados únicamente a sentir, al enfrentarse a los duros procesos de la vida de fe, en los que no siempre se siente algo, terminan concluyendo que Dios les ha abandonado. El sensacionalismo crea expectativas incorrectas, condicionando a Dios a trabajar de una única forma, pero Dios en su multiforme gracia y soberanía lo hace como quiere. En una comunidad de fe saturada de sensacionalismo, solo esperan ver a Dios como el Dios del estruendo, del fuego y del terremoto, pero en cualquier otra forma es ignorado.


Los ministros sensacionalistas no solo causan daño al pueblo de Dios, terminan siendo víctimas de ellos mismos. Los  hijos de Esceva creían en algo que era verdad, pero pretendieron manipularlo. Intentaron echar fuera demonios en el nombre de Jesús  así como lo hacía Pablo y los apóstoles, pero fueron públicamente avergonzados. Si bien es cierto que en el nombre de Jesús puede haber liberación y sanidades, no se manipular algo que Dios no está haciendo. Los continuistas creemos en que Dios lo puede hacer, el sensacionalista si Dios no lo hace intenta manipularlo y forzar algo que no está sucediendo.



  • La línea delgada entre lo que es y no es sensacionalismo.

El escéptico juzgará todo lo que no entiende como sensacionalismo. Ciertamente nos quitamos el sombrero y no la cabeza cuando vamos a un culto,  pero siendo racionales no dejamos de ser emocionales. El escéptico juzgará al ministro eufórico como alguien sensacionalista, pero ¿acaso lo es?


En el Caribe, Centro y Sur America habemos muchos predicadores eufóricos, y muchos de los predicadores eufóricos son sensacionalista, pero no todos lo somos. La euforia al hablar, tiene que ver mucho con el contexto cultural en que nos criamos, el contexto familiar, la personalidad y el temperamento de la persona. Ser eufórico no es tener “fuego de Dios”, es sólo ser eufórico. Y ser eufórico no es ser sensacionalista aunque muchos sí lo sean. Hablamos, cantamos y predicamos de manera tan eufórica, porque así somos al hablar de cualquier tema que nos apasiona y no porque intentamos sugestionar a la Iglesia para desatar un mover emocional y luego adjudicarlo al Espíritu.


Se puede ser sensacionalista sin alzar la voz, sin ser muy eufórico. Son muchos los que sin alzar su voz narran testimonios de cómo Dios los ha bendecido por ellos haber sembrado una semilla económica en un ministro, para luego de contar el testimonio recoger un ofrenda especial. Con el testimonio sugestionaron a los feligreses, y esto también es sensacionalismo. Sin necesidad de gritos ni música también se pueden manipular las emociones.


° Conclusión

No todo cristiano eufórico es sensacionalista, y el que no es eufórico tampoco necesariamente es escéptico y carente de vida en el Espíritu. Hay diversidad de miembros en el cuerpo de Cristo, y no todos tenemos que ser iguales. Vivamos la vida de fe anclados a la Biblia. Cuidemonos del sensacionalismo y cuidémoos del escepticismo. Que una mala experiencia con un sensacionalista no te haga entrar en el escepticismo. Vuelve a creer.

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